TRADICIONES CASI PERDIDAS

Estuardo Moreira baja una pechera de su talabartería ubicada en el centro de Daule. Leva 33 años en el local “El Manaba” donde también funciona la distribuidora de plásticos y juguetes “Moreira“. Estuardo Moreira, portovejense dueño de “El Manaba”, “Hace 25 años yo no tenía ni tiempo para atender a una entrevista, la demanda era tan grande que el día apenas alcanzaba para entregar a tiempo las obras. Algunos artesanos incumplíamos y hasta nos dábamos el lujo de perder clientes, pero ahora hay pocos compradores”, agrega. Para Moreira, quien lleva 33 años en la talabartería y 15 años más en la artesanía, mantener esta tradición le ha costado ingenio ya que le tocó reducir su local para solventar sus gastos. “Este sitio era inmenso, ahora dividí en dos: la talabartería está en medio de la distribuidora de plásticos con la que sobrevive el negocio”, manifiesta. Pero para Moreira esta forma de vida no solo es un negocio, es una tradición familiar que adquirió de su padre y él mismo les inculcó a sus cuatro hermanos. “De niño acompañé a mi padre a distribuir materiales en cuero para caballos, pero a los siete años decidí aprender en uno de los talleres donde compraba la mercadería para así manufacturar mi propiocuero (cinturones, rastras, fundas para cuchillos o vainas, correas)”, explica. Moreira, posteriormente estudió y se calificó como artesano para poder satisfacer el mercado que según él hasta el 2005 contó con muchísima demanda. “En los buenos tiempos no nos alcanzábamos, teníamos miles de pedidos así que motivé a mis hermanos a dejar Manabí para que vengan a aprender más del negocio familiar y después todos montaron su propia talabartería”. Naranjal, Babahoyo, Milagro , Santa Lucía, Vinces, son las ciudades a las que migraron sus hermanos. No obstante, tanto su hermana, de Naranjal, como su hermano de Santa Lucía desistieron y no aguantaron la caída de las ventas y ahora se dedican a la distribución de arroz. Moreira está resignado que con él muere la tradición ya que su hija ya es doctora y su hijo está por concluir su carrera de economista. “La talabartería me dio mucho, pero ya no hay muchos caballos, ya la moto remplazó el animal”. “Los maestros siguen creando objetos útiles y duraderos háblese de un monedero, pechera o sombrero, todo es pericia y arte, la manera artesanal de trabajar el cuero del talabartero no tiene grandes cambios con el tiempo y su existencia será justificada por la necesidad de los pueblos montuvios de mantener en vigencia sus tradiciones”, especifica.
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